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La Juventud no come cuento, Presidente

24 November 2014

El sábado 15 de noviembre, el gobierno de Rafael Correa desarrolló su acto conmemorativo por los 92 años de la masacre de 1922. El régimen buscó usurpar una jornada histórica para la clase obrera y los pueblos del Ecuador para promover sus reformas laborales.

Un elemento a tomar en cuenta por la juventud y sus organizaciones son los discursos que allí se emitieron. El correísmo buscó promover una representación amplia, en la que intervinieron individuos de diferentes espacios de los trabajadores, pero la mayoría de ellos, al igual que los funcionarios del gobierno, se refirieron a la juventud.

El llamado a la juventud convocó a los jóvenes a las filas del correísmo, a asumir con gratitud hacia los derechos consagrados en la Constitución, porque según los correístas estos existen producto de la buena voluntad del presidente. El “representante” de los jóvenes manifestó: “para nosotros el trabajo es un mecanismo de emancipación, esto es un proceso donde la gente se ve representada, por eso compañero presidente es que los jóvenes creemos en usted, por la coherencia entre la palabra y la práctica, por procesos de verdadera transformación y no demagogia”.
Los jóvenes rebeldes, los militantes de izquierda, los revolucionarios son conscientes que los derechos alcanzados en la constitución no son una dadiva de Correa, son el resultado de la lucha y la movilización desplegada por los pueblos y las juventudes, son la cristalización de sus demandas y reivindicaciones.

Las juventudes que hoy expresan su descontento frente a las políticas antipopulares del gobierno en las calles, en las aulas, en los procesos de elección de representación estudiantil, le han dejado de creer al correísmo y ese número es cada vez mayor. El régimen lo conoce, por ello y con desesperación hoy hablan para la juventud, ubican pseudos representantes juveniles que legitimen sus posiciones.

Pero las juventudes ya no comen cuento, Correa es la expresión más alta de la demagogia en este país, habla para la juventud y promueve reformas laborales, sin embargo no garantiza el derecho al primer empleo, habla de salario digno y de eliminación de la precarización laboral y son los jóvenes en su mayoría soportan las “jornadas laborales especiales”, condenando a jornadas de 6 días y hasta 14 horas.

Este gobierno ha privado del acceso a la universidad a 500 mil jóvenes y los condena a ser mano de obra barata del Estado capitalista que lo está modernizando.